Jan 25, 2011

Mourinho for President!

Tengo que admitirlo. Mourinho es lo máximo. Es una pena que no dedique su capacidad de trabajo y su inaudita – e tan odiada, por una parte – franqueza para la política, área aparentemente tan escasa de esta tan loable característica.

Este “gallego del sur” – cariñosamente lo digo – levanta polémicas a cada palabra que sale de su boca. Solamente su timbre de voz provoca diarreas verbales en la calle y en los medios. Su sinceridad es bien recibida por sus amigos, pero rechazada por sus enemigos. Sinceridad, a pesar de todo. Cuando él se limita a evocar sus frutos, totalmente verificable, los leones mediáticos vociferan e bajan el pulgar. Cuando él reconoce que ninguno de sus triunfos es por casualidad – hay un trabajo detrás que comienza a las 5 de la mañana de todos los días – las fieras se llevan las manos a la cabeza. Quizás decir que siempre tiene suerte sería más fácil y tolerable, aunque menos cierto. Mourinho dice lo que piensa y piensa lo que dice, y la tropa de jacobinos de lo políticamente correcto se ofende porque no dice lo que ellos quieren que diga. Qué osadía, llamar al pan pan y al vino vino, en unos tiempos en los que decir eso puede ser censurable! Demandan que Mourinho sea humilde, porque prefieren a un hipócrita.

Muchos de los comentadores mediáticos que denuncian que el fútbol es precisamente un placebo que hace con que el pueblo olvide los verdaderos problemas, no son capaces de quitarle por lo menos el rabillo del ojo a ese fenómeno luso. Fenómeno de la élite millonaria del fútbol, deporte etiquetado de ser nido de incultos. Pero Mourinho desafía peyorativo estereotipo: entre otras cosas, habla más idiomas que el 99% de los periodistas que le lanzan sus dardos – y que por lo tanto, viven de hablar de él.

Ya que estamos, Mourinho habla más idiomas, dice más verdades, y es más eficiente, que nuestro monóglota presidente (fue un milagro que este consiguiese hablar español con ese desparpajo; consta que en sus casi dos décadas como diputado se temía que era mudo). Siendo justos, Mourinho habla más lenguas, dice más verdades, y es más eficiente, que la mayoría de la casta – porque es una casta, o no? – de burócratas y políticos de primera y segunda división – los de tercera juegan demasiado cerca del público y en barrizales, por eso están en otra dimensión menos propensa a la corrupción moral. Con varios Mourinhos en el Senado no se necesitarían pinganillos. Mourinho tampoco se anda con tretas ni disculpas retardadas, ni vende humo, ni cambia favores a costa de nadie; y por supuesto, no anticipa que la economía va a ser de Champions League si no tiene un fundamento, una prueba que evidencie que puede suceder.

Ese fundamento proviene de la verdad y la franqueza – y no de la exageración descarada– ; del esfuerzo en el análisis recto – y no de testosterona partidocrática–; de las cosas bien hechas y preparadas – y no de las chapuzas, improvisaciones, y lecciones de economía en dos tardes. Sobre todo, Mourinho tiene una cualidad muy poco copiosa en la política: no actúa, ni habla, ni compromete sus decisiones al márketing y a las fieras mediáticas. Pero, feliz o infelizmente, fútbol no es política, y aunque Mourinho sea la materia de trabajo de muchos de los leones, sus decisiones no contribuyen a reducir desempleo, ni déficit, ni deuda, ni terrorismo nacionalista, ni desconfianza en los políticos …

Otra diferencia entre Mourinho y una gran parte de nuestros representantes, es que, tras muchos años de profesión, no existe ningún pasado o actual pupilo que hable mal de él. Todos y cada uno de ellos alaban su trabajo, sus dotes, su talento, su familiaridad, y por encima de todo, su capacidad de liderazgo. Los seguidores de líderes que iban para planetarios pero se quedaron en cercanías tienen que hacer un profundo y doloroso ejercicio de auto-persuasión para mantener esas convicciones. Vamos, que se tienen que tragar sus propias trolas.

Mourinho sabe de lo que habla, y no habla de lo que no sabe. Los políticos nunca dicen lo que saben, y cada vez es más común que no sepan lo que tienen que saber. Estoy seguro de que Mourinho dimitiría cuando sintiese que su presencia era peor para el equipo que su ausencia. Dimitiría también si dejase de tener esa empatía con sus compañeros, o cuando notase un ínfimo porcentaje de incompetencia.

Conclusión (discutida y discutible): En España se critica el trabajo y la sinceridad, y se consiente la demagogia y la manipulación de la verdad con fines ideológicos, partidistas, mezquinos, y egoístas. Se confunde la humildad con la hipocresía. Se condena el talento, en favor de la mediocridad y las nulidades. Algunas nulidades que nos representan en el extranjero, y que en 7 años no son capaces de aprender inglés, ni matemáticas, ni los principios económicos. En algunos casos, ministras de economía que, ante los medios, necesitan a dos expertos, uno a cada lado – tipo guardaespaldas – para responder a las preguntas “complejas” sobre … economía. Supongo que así son los políticos pos-modernos en España. Sabrán usar el Microsoft Office?

Incuestionable talento, trabajo durísimo, valiente sinceridad, conocimiento y estudio.Mourinho, por favor, preséntese a las próximas elecciones!!! Tiene mi voto.

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