
Inexcusable y torpe me parece la actitud del Ejecutivo español ante los problemas con Marruecos y ante la política exterior en general. Este inútil buenismo zapateril que inevitablemente conduce a la percepción de debilidad (que es evidente en el gobierno, aunque no lo sea del país), para la cual nuestros vecinos del sur tienen un olfato demasiado bueno. Sin embargo, observando el historial de las relaciones de Zapatero con el país magrebí, no sorprende su pusilanimidad. La foto que se hizo con el Rey Mohamed VI delante de un mapa en el que Ceuta y Melilla pertenecían a Marruecos (sin olvidar que el acontecimiento sucedió cuando aún era líder de la oposición y mientras las relaciones España-Marruecos no pasaban su mejor momento) resultó ser un presagio. Y como esta historia va de fotos y no sobre hechos reales o posiciones firmes, la reunión del lunes entre el presidente español y el monarca alauí en Nueva York – en la sede de las Naciones Unidas, donde todos se suelen reunir para discutir los objetivos del milenio y lanzar retóricas hipócritas por un tubo – , no pasó de la instantánea. Y así lo captaron los micrófonos cuando, ante la prensa, Zapatero le decía a su dolor de muelas pero amigo (malas influencias de nuestro presidente) “lo importante es la foto”. Y tanto, por eso en la esperada y deseada fotografía (más anhelada por ZP que por los españoles) la bandera marroquí quedaba inmortalizada y clavada en ella, como si Nueva York fuese Perejil, y ZP una cabra isleña. Así nos luce el pelo cuando el maestro en imagen y en esa parafernalia escaparatista pero eficiente se permite esa dejadez!
La foto es lo importante. Eso quedó claro cuando, preguntado sobre conversaciones acerca de Melilla o el Sáhara, el presidente admitió que no habían abordado el tema, y que habían dialogado sobre generalidades. Otra matrícula de honor en política exterior!
En vista de lo sucedido, se esperaba que (por lo menos) ZP hubiera dejado totalmente claro que Ceuta y Melilla son y serán tan españolas como Madrid, y reclamado el cese de provocaciones del reino y el gobierno marroquí, tanto a nuestro gobierno y a nuestra población, como en la problemática del Sáhara.
Brilla por su ausencia, además, alguna referencia a estas polémicas bilaterales durante los últimos meses por parte de la Unión Europea. Curiosa omisión, teniendo en cuenta que los europeos, sólo a través de la UE, ofrecen más de 600 millones de euros a Marruecos en concepto de ayuda al desarrollo.
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