Feb 4, 2011

Egipto y la inconsistencia de Occidente

Hoy es el día de la Oración, y Egipto sigue en pie. La tensión, muchas veces en forma de angustia, acompaña a la incertidumbre. Todos saben que los próximos días encauzarán un nuevo destino, no hay vuelta atrás. Nada será igual. Ni las próximas semanas ni los próximos meses ni los próximos años. Para bien o para mal. El imán ha manifestado en su oración de hoy que "éste es un movimiento egipcio, de toda la gente que ha venido, musulmanes y cristianos. Y el que quiera negociar, que venga aquí a hablar. Hemos nacido libres y vamos a vivir libres. Os pido paciencia hasta la victoria."

La hipocresía

Hasta hace unas semanas, para la mayoría de nosotros, inmersos en nuestros propios problemas "deficitarios" ( o si gastamos más de lo que tenemos, si nos podemos comprar un nuevo ordenador, un nuevo iPad, o si conseguimos hacer nuestro viaje de fin de curso a Punta Cana, si le gustamos a Merkel o no, si puedo pagar la hipoteca, etc.) Mubarak no representaba nada de especial. Estaba allí. No sé si llegaba a categoría de "son of a bitch, but our son of a bitch". Probablemente. Pero no nos causaba demasiados problemas. Mubarak no llegaba a la categoría de mal menor. Casi. 

Sin embargo, nos olvidamos de un detalle. No éramos nosotros los que vivíamos bajo su tutela. Eran los egipcios, que al parecer, no parecen muy contentos con ello.

Por la cuenta que nos tiene, hoy Mubarak nos interesa. Y se ha convertido en un cabroncete caudillito, de esos que  a nadie que se precie progre le puede gustar. Ay, Occidente, Occidente, en que barrizales te tienes que meter sin otro remedio que el de la hipocresía ... Ayer, Mubarak, íntimo miembro de la Internacional Socialista, gran club al cual pertenecen el PSOE y el SPD alemán. Hoy, expulsado. Estos son los socios de Zapatero. O lo eran, hasta estos días.

Berlusconi, por lo menos, afirma que Mubarak es "sabio" y "punto de referencia" para instaurar una transición segura y ordenada a la democracia, lo cual, aunque infeliz, es menos inconsistente que la hipocresía de la progresía oficial occidental (vaya, y desafortunadamente tiene que ser el libertino Silvio). Lo que es cierto es que el caos no lleva a la democracia.

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