Feb 12, 2011

Finalmente cayó

El poder ha sido delegado al ejército. Pero aún es pronto para celebrar algo. Mientras Irán etiqueta el levantamiento egipcio de "Revolución Islámica", Obama -- de forma oportunista-- , afirma que se ha hecho justicia. Merkel llama la atención a la necesidad de estabilidad y paz en la zona, apelando al mantenimiento del Tratado de Paz con Israel.

La transición al nuevo régimen debe ser pausada pero segura, creando instituciones  fuertes y sistemas  políticos abiertos al cambio, pero que estrictamente definan unos límites constitucionales que impidan la entrada de radicalismos en órganos estatales. La sociedad civil (a través de los partidos) y el ejército deben poner sus respectivas nuevas situaciones en orden en la medida de lo posible, antes de unas posibles elecciones "libres".

Puede haber tres escenarios posibles: la islamización del nuevo régimen vía Hermandad Musulmana después de una revolución agitada con demasiadas presiones; una revolución desordenada y cenicienta que concluya con la reproducción de un sistema similar al de Mubarak, con figuras diferentes a través de pactos entre élites; o una transición en la cual el ejército se propone con rigor, vigor y paciencia, a  llevar a cabo y acompanar los cambios necesarios para la creación de estructuras abiertas, participativas y democráticas a partir de la sociedad civil. El papel de los partidos de alternativa democrática, sobre todo los liberales, existentes y por existir (Wafd, Ghad) es crítico y fundamental. Un final medianamente feliz dependerá de su capacidad para organizarse de forma sólida, seria, visible y eficiente, mostrándose como alternativa viable -- dentro de un nuevo régimen libre--,  como un buen comunicador -- con una sociedad sin una clase media fuerte --y reflejando una  buena articulación del interés general dentro del Estado.  En este último escenario -- y si el ejército se ve con fuerzas y voluntad de cambio  --  es la propia sociedad civil la que tiene que rematar el gol en última instancia. Para bien o para mal, es la pieza clave.

En todo caso, se comenta que el Ministro de las Fuerzas Armadas, Mohamed Tantawi, no es precisamente un hombre de reformas que disminuyan el poder central, mucho menos de revoluciones. La estabilidad de un país como Egipto -- que ciertamente nunca será igual -- dependerá de la responsabilidad y moderación de las personas que tomen las riendas del cambio, en el ámbito militar y en el civil. Sin estas dos características, no se puede esperar nada bueno en un lugar con unas estructuras sociales básicas tan poco formadas.

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